Debido a un cáncer de colon y un mal cierre en la ileostomía, sufrí complicaciones graves que empeoraron mi incontinencia anal. Estuve en la UCI y enfrenté un largo y difícil proceso de recuperación, donde mi familia y amigos fueron fundamentales. Al principio, no contaba con apoyo médico para manejar la incontinencia, y mis primeros años fueron muy duros, con constantes idas al baño y dificultades para salir de casa. Después de un año, los pañales me brindaron cierta seguridad, y con la ayuda de un proctólogo, comencé a mejorar, aunque con muchas limitaciones.

Finalmente, las irrigaciones me ofrecieron mayor control y calidad de vida. Motivado por la falta de visibilidad de esta patología y la vergüenza que muchos pacientes enfrentan, decidí crear la asociación ASGRADIN para ayudar a quienes sufren en silencio.